Con el término «compra inteligente» más de uno habrá pensado en algún sistema que decida por nosotros lo que tenemos que comprar o comer. Tal y como avanza la tecnología no creo que andemos muy lejos, pero a día de hoy somos nosotros mismos los que podemos tomar estas decisiones, cada uno con las herramientas que tiene a su alcance y poniendo el empeño que considere.

En consulta, ante la frecuente afirmación: “como bien y aún así engordo” viene la siguiente pregunta: “¿Tienes este tipo de productos en casa?”

  • Galletas, bollería, helados, dulces
  • Patatas fritas, frutos secos fritos, azucarados…
  • Refrescos azucarados, harinas refinadas
  • Quesos grasos, chacinas
  • Comida precocinada (lasaña, croquetas, fabada asturiana, pizzas..)
  • Salsas (kétchup, mayonesa.., etc.)
  • Bebidas alcohólicas

Quizás sea difícil cuidar la alimentación teniendo tantas tentaciones a tu alcance. Es normal que después de una larga jornada de trabajo o de un día estresante abras la nevera y escojas lo primero que esté a tu alcance, a ser posible, que no tengas que cocinar y que sacie rápidamente tu apetito, gula o ansiedad.

Para poner freno a este comportamiento, debemos pararnos a pensar en lo que comemos y ser conscientes de ello… y para ello es necesario apagar el piloto automático que nos empuja a comer sin darnos cuenta de lo que estamos haciendo.

Una alimentación saludable debe ser planificada desde el momento en el que escoges los productos en el supermercado.

Aquí tienes 6 tips para conseguir que tu compra sea inteligente y sobre todo, saludable:

  1. Haz la lista de la compra. Planifica tus menús y elige los alimentos que necesites teniendo en cuenta su tiempo de conservación, así además de saludable será sostenible
  2. Evita ir a la compra con el estómago vacío. Los supermercados siempre huelen a croissant recién horneado, y no es casualidad. Si vas con hambre a hacer la compra caerás en las triquiñuelas del marketing.
  3. Prepara snacks saludables para media mañana o para merendar.  Como por ejemplo, yogur con fruta troceada y frutos secos (crudos o tostados), o simplemente fruta fresca.
  4. Evita incluir “comida basura” y precocinados o alimentos ricos en grasas y azúcares.
  5. Trata de escoger alimentos frescos, pero si no tienes tiempo para cocinar, en tu lista de la compra pueden aparecer conservas de legumbres (y no me refiero a una fabada litoral!). También puedes probar con las verduras congeladas. Conservan muy bien los nutrientes y son rápidas y fáciles de cocinar
  6. Tener visita no es sinónimo de comer mal. Podemos servir cremas de verduras, ensaladas o macedonias de frutas, humus con crudités, bollería hecha en casa con harinas integrales…, etc.

Recuerda que si no lo compras, no lo comes! 

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