Nutrición Infantil
Mi hijo no quiere comer saludable
Cuando un hijo no quiere comer de forma saludable, ¿Cuál es el papel de la familia?
En el contexto de la familia se gesta en gran medida el comportamiento alimentario de los niños. Una correcta nutrición y educación nutricional va a ser determinante en el desarrollo físico y mental a lo largo de la infancia y de la vida. “Tener hijos no le convierte a uno en padre, del mismo modo que tener un piano no le vuelve pianista”, como dijo Michael Levine. La paternidad, entre otras muchas cosas, debe implicar una reflexión de nuestra forma de comer para poder crear el mejor entorno de crecimiento y desarrollo para nuestros hijos.
Según concluyen numerosos artículos científicos en relación con el comportamiento alimentario de los niños, la disponibilidad y el ejemplo de los padres están directamente relacionados con el consumo de alimentos «mejores o peores» por parte de sus hijos. Se trata de poner comida saludable al alcance de los pequeños, y tratar de excluir de nuestra despensa los alimentos potencialmente perjudiciales para su salud: los que aporten un exceso de grasas o de azúcares simples y disminuyan su sensación de hambre a la hora de comer alimentos más ricos en vitaminas, minerales o fibra. Podemos disponer de alimentos frescos y poco procesados en casa, en lugar de almacenar snacks, dulces o alimentos muy grasos, siendo la mejor forma de controlar la alimentación de nuestros hijos y evitar realizar prohibiciones que puedan resultar incongruentes, como por ejemplo, prohibir a tu hijo tomar patatas fritas, si tu las consumes o almacenas.
Premios y recompensas
Un alto porcentaje de las personas adultas come por compensación. Esto suele suceder por la tarde, al llegar a casa, después de trabajar o de realizar numerosas tareas domésticas: el ritual es abrir la nevera o la despensa y comer sin control. Parece que cuando llenamos el estómago, de alguna forma, también llenamos un vacío interior. Se va el estrés o se solucionan todos mis problemas porque tengo el estómago lleno cuando, lejos de ser así, mis problemas pueden crecer a la vez que mi tejido graso. Puedo empezar a sentirme más pesado, menos atractivo, menos ágil, cansado… y además, no soy el ejemplo que quiero para mis hijos.
La conducta de comer por compensación puede tener origen en la infancia a través del chantaje que se hace a los pequeños para compensar un buen comportamiento. Por ejemplo, «si te portas bien en el supermercado te compro un helado». Si mi hijo va a sacar comida basura del supermercado, quizás sea más adecuado evitar que me acompañe.
También se puede hablar de las recompensas que damos a los niños para que coman mejor. Existen numerosos estudios que observan que es más fácil introducir nuevos alimentos en la dieta de los niños cuando se llevan algo a cambio, como por ejemplo, si come verduras le doy una pegatina. El problema viene cuando el niño tiene que realizar su propia elección. En este caso, es probable que el hijo no quiera comer sano si no se lleva nada a cambio. Una educación consciente de los beneficios y perjuicios de los distintos tipos de alimentos, puede hacer que en un futuro sus decisiones en cuanto a la alimentación sean adecuadas. Se trata de educar a nuestros hijos para que ellos quieran comer saludable.
Neofobia y aversión a los alimentos
Las preferencias alimentarias se desarrollan en la infancia temprana. Esto sucede gracias a exposiciones repetidas a variedad de alimentos en la introducción de los alimentos sólidos. Hacia el tercer año de vida se incrementa el consumo energético (los niños consumen más calorías), que se refleja en una mayor ingesta de alimentos, y sin embargo hay un descenso en la variedad. Por ello, cuanto mayor y más diverso sea el gusto del niño pequeño a esa edad, habrá menores dificultades a la hora de comer.
En esta fase de neofobia, los niños son muy reacios a probar nuevos sabores. Como educadores debemos respirar profundo y armarnos de paciencia. Conseguir que prueben nuevos alimentos es una tarea a largo plazo. Ofrece una alternativa saludable y espera al momento en que tu hijo esté receptivo y tenga hambre para volver a intentarlo.
En ocasiones, nuestro hijo puede no querer comer saludable por estar atravesando una etapa de cambios o puede tener alguna preocupación, al igual que los adultos. Nuestro apetito es cambiante, y depende de muchos factores. Igual que tratamos de respetar nuestra sensación de hambre, saciedad o de falta de apetito, debemos respetar la de los pequeños. Es mejor identificar y solucionar la causa por la cual no quieren comer antes que obligarlos y crear una aversión alimentaria.
Cómo hacer que la alimentación saludable sea atractiva para los pequeños.
- Para que un hijo quiera comer saludable, es necesario que en su entorno se coma saludable. Se debe transmitir el gusto por los alimentos más nutritivos, haciendo hincapié en lo bien que nos sientan a nosotros. También es importante mantener una vida activa físicamente para que los más pequeños adquieran estos hábitos y no les cueste trabajo hacer ejercicio.
- Deja que tus hijos participen de la planificación del menú. Siéntate y habla sobre lo que vais a comer. Las premisas son que la dieta sea equilibrada, y dentro del equilibrio, pueden aportar ideas o elegir qué alimento prefieren tomar. Por ejemplo, si de primer plato quieren espinacas enteras, en crema o brócoli. También pueden participar de su elaboración. Un niño siempre cabe en la cocina, y puede hacer distintas tareas más o menos complejas. Desde presentar la comida en el plato hasta lavar frutas, cortar hortalizas o calentar algo en el microondas. ¡En un futuro agradeceréis el tiempo y el esfuerzo invertidos!
- Sirve raciones acorde con su tamaño. Evita poner aperitivos o dar alimentos superfluos antes de que tome su ración de verduras, legumbres o de pescado. A veces nuestros hijos no quieren comer porque tienen el estómago lleno, desplazando los alimentos que le aportan más nutrientes.
- Trata de no insistir demasiado y ofrecer alternativas saludables cuando rechace un plato.
- Los chantajes y las comparaciones, también deben quedarse fuera de la mesa. Por el contrario, debemos crear el mejor ambiente en el que nuestro hijo se sienta a gusto. Debe comer sin distracciones y siendo consciente de los alimentos que están entrando en su cuerpo. ¡Es el momento ideal para que le enseñes a disfrutar de comer de forma adecuada!
Si a pesar de llevar a cabo estas acciones, tu hijo sigue sin querer comer, podemos analizar tu caso en la consulta de nutrición infantil o nutrición familiar. Reserva tu cita a través de este enlace: Reserva de cita
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